La inflación en México es uno de los factores que más afecta al bolsillo de las personas. Aunque no siempre se perciba de inmediato, cada incremento en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reduce el poder de compra de tu dinero. Por eso, al pensar en dónde es mejor invertir dinero, la clave está en asegurarse de que el rendimiento real —lo que ganas descontando la inflación— sea positivo.
De acuerdo con el Banco de México (Banxico), la inflación general anual en México se ubicó en 3.76% en septiembre de 2025. Esto significa que, si guardas tu dinero “debajo del colchón” o en una cuenta sin intereses, perderás ese porcentaje de valor en un año.
La regla es sencilla: tu inversión debe generar una tasa de rendimiento mayor al nivel de inflación. De lo contrario, aunque el saldo de tu cuenta crezca en términos nominales, en la práctica tu dinero valdrá menos.
¿Invertir en Cetes vale la pena?
Los Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes) son el punto de partida. Al ser instrumentos emitidos por el Gobierno de México, ofrecen máxima seguridad y son considerados la inversión libre de riesgo en el país.
- Al 22 de octubre de 2025, el Cete a 28 días paga una tasa de 7.10% anual.*
- Frente a la inflación de 3.76%, esto equivale a un rendimiento real de 3.22%.*
De ahí que los Cetes siguen siendo atractivos para perfiles conservadores: protegen contra la inflación y generan un margen adicional. La desventaja es que si Banxico continúa bajando su tasa de referencia como lo ha hecho los últimos meses, los Cetes también irán reduciendo su rendimiento.
Inversiones bancarias: tasas más altas que el promedio
Los bancos ofrecen instrumentos de inversión a plazo fijo cuya ventaja es que, en algunos casos, la tasa de interés es superior a los Cetes. Por ejemplo, Banco Covalto brinda tasas por encima del mercado para inversiones a plazos de hasta 2 años.
Además, estas inversiones cuentan con la cobertura del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) por hasta 400 mil UDIS, lo que te asegura tranquilidad adicional.
Diversificar: renta variable y otros activos
Si bien la renta fija es la base para protegerse de la inflación y mantener estabilidad en el portafolio, no siempre es suficiente. Instrumentos como Cetes o inversiones bancarias a plazo son ideales para asegurar liquidez y un rendimiento real positivo, pero sus ganancias suelen estar limitadas al nivel de la tasa de referencia de Banxico.
Para quienes buscan superar la inflación y construir un patrimonio sólido en el tiempo, es recomendable destinar una parte del portafolio a renta variable, es decir, activos como acciones, ETFs o FIBRAs.
La renta variable implica mayor volatilidad en el corto plazo, lo que significa que su valor puede subir o bajar de manera más marcada que en la renta fija. Una muestra clara es que el S&P/BMV IPC, principal índice de la Bolsa Mexicana de Valores, cerró 2024 con una caída de 13.7%. Este dato refleja que las inversiones en acciones pueden tener periodos de alta incertidumbre. Sin embargo, la historia también demuestra que, en horizontes de mediano y largo plazo, estos instrumentos suelen ofrecer tasas de rendimiento mayores a la inflación, permitiendo no solo conservar el valor del dinero, sino incrementarlo de manera sostenida.
Para un inversionista individual, la clave está en el balance: renta fija para seguridad y liquidez inmediata; renta variable para crecimiento y protección del poder adquisitivo a futuro. En la práctica, esto significa:
- Empezar con Cetes e inversiones bancarias, que aseguran rendimiento real positivo con bajo riesgo.
- Aprovechar tasas competitivas en depósitos a plazo.
- Diversificar con renta variable, con una proporción acorde a tu perfil de riesgo, para capturar crecimiento por encima de la inflación.
- Mantener liquidez parcial, evitando amarrar todo el capital a largo plazo, ya que el ciclo de tasas de Banxico puede seguir cambiando.
Cuando te preguntas dónde es mejor invertir dinero para protegerlo de la inflación, la respuesta no es única. Depende de tu perfil, tu horizonte y tu tolerancia al riesgo. La clave no está en perseguir únicamente la tasa más alta, sino en construir un portafolio equilibrado, resiliente y diversificado, que combine seguridad, liquidez y crecimiento.



